guía para ingenieros espirituales

miércoles, julio 13, 2005

Distracciones

Le contaba el otro día a un muy buen amigo mío, que a mí me gusta la sal gorda, pero que en exceso, es perjudicial y molesta. Él respondió que no entendía lo que decía.

Lo suponía. Siempre está distraído, siempre observando a las moscas aleteando y quedándose absorto con su zumbido. No vive en éste mundo ni parece vivir en otro. En realidad, creo que él se ha montado su propio mundo, un mundo dónde él es el rey y el campesino, dónde es el proscrito y el caballero, el cura y el brujo. Él lo es todo y es nada. Vive en un vacío existencial, no conoce nada más que esta calle, si dobla la esquina se pierde y si no ve a nadie conocido, se ahoga. Siempre me ha tenido a mí como su mejor amigo y entiendo que se debe a que soy el único que le ha escuchado en alguna ocasión y en tantas otras le he aguantado sus historias ficticias. Los demás siempre lo han marginado, en casa no cuentan con él y ya está en edad de trabajar, de hacer algo de provecho, pero él no entiende de estas cosas. Él es un rey.

Un día me contó que había salido de caza y me dejó perplejo -no hay ningún bosque en un radio de 5 kilómetros-. La cacería había sido todo un éxito, se cobró tres piezas y se maldecía por haber dejado escapar un par de piezas más. No me dijo qué animal había cazado, si perdices o jabalíes o vete tú a saber qué bestia. Tampoco me interesaba, tenía prisa y no era mi mejor día, así que me despedí y me dirigí a mi trabajo.

Me olvidé de la anécdota. Mi amigo se marchó de la ciudad un par de semanas después. Sus padres querían volver al pueblo en el que se conocieron y él no estaba preparado para una vida solitaria en una ciudad en la que tan sólo conocía la calle en la que había crecido. Se lo comerían vivo. No le ofrecí compartir mi piso porque hubiera sido un suicidio. Le perdí la pista, en el pueblo no tenía teléfono ni ordenador y yo estaba muy ocupado con mi propia vida y la de mi compañera sentimental. Ella nunca supo de la existencia de mi amigo, nunca quise contarle nada, no lo encontraba necesario.

Dos años más tarde, todo dió un giro de 180º. Él no era tonto, no era un chico con problemas, sus padres no le odiaban, tenía un trabajo que le permitía vivir con todos los placeres que se le antojaran y lo peor, tenía amigos por todos lados, tenía contactos en todos los sitios. Él no era él, era otro.

Él no era el que estaba distraído, sino yo. Con mi desmedido ego y mi prepotencia, fabriqué una antítesis de mi persona y se la apliqué a mi amigo. Una simple distracción que me costó toda una vida.

4 comment(s):

¿Qué te he hecho yo para que cuentes tu vida?

By Blogger Joni, at miércoles, julio 13, 2005 7:03:00 p. m.  

Contar la mía y disfrazarla como si fuera la tuya.

Todo el mundo sabe que vives como un marajá.

By Blogger aguantísimo, at miércoles, julio 13, 2005 10:57:00 p. m.  

O como un majara, ahora no recuerdo bien.

By Blogger aguantísimo, at miércoles, julio 13, 2005 10:58:00 p. m.  

Me gustas, spooki.
Aunque me lías todo lo que puedes.
Un beso.

By Blogger Joni, at viernes, julio 15, 2005 3:58:00 p. m.  

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